LA MUJER QUE AMABA A UN PERRO

En un domicilio alquilado de cincuenta metros cuadrados no hay aguas internacionales donde eludir las batallas. En este apartamento de dos habitaciones, cocina-office y un baño, cualquier rincón es propicio para iniciar un zafarrancho de combate. Huele a queroseno y a petróleo, ya ni recordamos desde cuándo permanece flotando este olor en la casa. Solamente necesitamos algún tipo de chispa para que se inicie la combustión y todo salte por los aires.

A veces ella encuentra un viejo encendedor sin gas:

              Ella  T e veo raro, estás diferente. Como si te faltara algo en la cara.

              Él     ¿bronceado? ¿afeitado? ¿perfumado?

              Ella   No. Te falta la sonrisa.

Otras veces pulsa el interruptor del fluorescente para que el cebador percuta una pequeña descarga:

              Ella  Eres parte de una película. De mi película.

              Él      ¿King Kong? ¿Sin City? ¿Alguna mierda del Almodóvar?

          Ella  No. Titanic. Eres el iceberg. Gélido, silente, nocturno, traicionero, cabrón, ingrato, insensible.

Pero más tarde o más temprano encontrará un lanzallamas escondido bajo toneladas de papel, de monstruos y de recuerdos. Por la única ventana empezará a salir humo y alguien avisará a los bomberos:

               Ella  Eres como un animal. Mi animal.

               Él     ¿un jaguar, un leopardo, un tigre de bengala?

               Ella  No. Un perro.

               Él        ¿…?

              Ella    Un puto perro callejero. Un perro que ladra a todas las perras, un perro que sólo me muerde a mí, a la mano que lo acaricia. Un perro que me tiene harta. Harta de que se pase los días sentado frente a la playa, sin hacer nada más que fumar y mirar las olas, ¡como si hubiese algo al otro lado, JÁ!

Harta de que se pase las noches sentado frente a la pantalla y el teclado, leyendo no se qué mierdas y escribiendo otras mierdas más grandes todavía.

Harta de su única justificación: que estás en un proceso constante y eterno de la búsqueda de la felicidad. ME TIENES HASTA EL MOÑO DE TU INFELICIDAD Y DE TUS GILIPOLLECES.

Eres un perro que callejea continuamente por las ciudades y luego vuelve lloriqueando hasta aquí, hasta mí. Vuelve herido, roto, contaminado. Un perro que olisquea el culo de otras perras buscando alguna que esté en celo, y mientras tanto yo me quedo más sola que la una, esperándote. Un perro que se queda prendado de lo que sea, de una risa, de una mirada, de un acento, de una palabra. ¡Te ha pasado y te pasará siempre! Me tienes hasta los mismísimos ovarios de tus huidas y de tus regresos.

Dices que eres pequeño, insignificante, que tus cosas no deberían afectarme tanto, que soy una dramática. ¡PERO QUÉ HUEVÓN ERES! Para mi eres grande, muy grande, el más grande hijodeputa que haya conocido. En tan solo unas horas eres capaz de licuar mi universo balbuceando palabras bajito y al oído, después cuentas uno a uno todos los poros de mi piel, te haces cíclope y unicornio entre mis piernas,  y por último cortas las cuerdas a mi paracaídas. O como tú escribirías con esa manía tuya de asemejar la prosa al lenguaje oral: «En un mismo día me comes la oreja con tus historias, me follas como te da la gana y después me tiras rodando por entre la mierda a un barranco sin fondo«. PARA HACER TODO ESO HAY QUE SER MUY GRANDE Y MUY HIJODEPUTA.

Me tienes cansada de que cuando todo va mejor entre nosotros se te encienden los ojos, se te pone dura y te vas a la otra punta del mundo sin decir nada. ¿No puedes hacer como otros?, ¿no puedes mirar porno? ¿no puedes hacerte una paja y después seguir mintiéndome? No, tú no. Lo tuyo es empezar una cacería tras otra. CABRÓN. Luego vuelves perdido y derrotado.  ¡ Y TU POLLA SABE AL COÑO DE OTRA ¡ Y yo me tengo que comer esos sabores y lamer tus heridas. En un minuto cambias las mariposas de mi estómago por una bombona de butano, que me rompe las tripas, que me deflagra entre las costillas, que explosiona al ladito de mi corazón.

¿No te das cuenta de que todo eso va contra natura?

¡ un perro como tú tiene que estar con una perra como yo !

Por mucho que derritas el nombre de otra en la nieve con tu aliento, NO PUEDE SER; por mucho que te pierdas por las mesetas y te hagas sumiso escudero de otra, NO PUEDE SER; por mucho que te enganches de una loca que le tiene miedo a la lluvia, NO PUEDE SER.

¡¡ PORQUE TODAS ELLAS SON GATAS Y TU ERES PERRO !!

Un perro que se cuelga de la letra I latina, I de incierta, I de ImPaR, I de imposible. Un JODIDO perro sin pedigree, que no tiene ni quiere tener dueña, que no quiere a nadie porque no se quiere ni a sí mismo. Al final te vas a quedar solo, sin amigos ni enemigos, sin techo, sin estufa para el invierno, sin regazos ni platos. Solo, te vas a quedar solo.

                Él    Tanto desdén no puede ser bueno. Tanto odio no puede ser bueno. Tanta mala leche no puede ser buena. Ni para ti ni para mí.

 

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Los bomberos llegaron justo a tiempo para ver todo el apartamento calcinado; en el rellano una mujer todavía sujeta el mango de un lanzallamas que eructa fogonazos. Algún vecino dijo haber visto salir corriendo escaleras abajo a un perro chamuscado.

             –¿un perro? ¿de qué raza?

                  No, de ninguna. Un perro de esos que nadie quiere, de esos que andan por las calles buscándose la vida entre las basuras. Un perro de esos que los golfos apedrean cuando se aburren. Un perro no más.

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24 comentarios en “LA MUJER QUE AMABA A UN PERRO

  1. Me parece tan bueno que me da hasta envidia de no haberlo escrito yo! jajajaja!! Felicidades, es impresionante. Otra vez.

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  2. En Cuba, a los perros sin ley ni rey les llamamos «satos». Hemingway -según él mismo- pertenecía a esa clase. Es un detalle que no ayudará en lo absoluto al perro chamuscado de tu historia, pero yo me fuí a la cama ayer con ganas de contarlo.

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    • Mi admirado Hemingway fue un culo de mal asiento, un viva la virgen. No paraba quieto en casi ningún sitio: chófer en Francia, acosador de enfermeras en Italia, azuzador de fascistas en España, todo un dandy, aparte de fiestero y borrachín. Pero -siempre hay un pero- algo le trastocó las neuronas que se pasó un tercio de su vida en Cuba, siendo sato o siendo un aprendiz de suicida. Nunca lo sabremos. Tengo la incierta teoría de que una bisabuela de Amaranta se lo cruzó en el mercado de abastos y le descifró la buenaventura en las arrugas de su rostro, qué le diría que después de unos cuantos mojitos se descerrajó un escopetazo en la cabeza.
      ¿puede usted rebatírmelo?
      (qué pregunta más tonta, seguro que sí)

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      • Yo creo que se mató de extrañar algún dolor redondo, deshonesto y mulato entre las piernas de Leopoldina. Ni siquiera un daiquirí sin azúcar mientras llueve a La Habana y cuatro de cada tarde cura esa nostalgia.

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  3. Hay mujeres que no aprenderán nunca que amar a un animal significa aceptar su naturaleza indómita. No se le puede poner collar a un animal salvaje. Punto.

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  4. Que llameante estás últimamente.
    Gatos indomables, perros salvajes… No se si estoy de acuerdo en que no puedan encajar. Al fin y al cabo la historia de la humanidad está llena de extrañas parejas mixtas (Batman y Catwoman, murciélago y gata).

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    • Las piezas de un puzzle tampoco encajan si no les buscas la posición, pero si aprietas un poquito acaban amoldándose. de todas maneras ella no tenía ningún cajón oloroso a bolitas de cedro donde guardar sus miserias y no le quedó más remedio que prenderles fuego.
      Saludos

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    • Valoro mucho tu opinión, y me alegra. Hay una peli de Jack Nicholson (Peor Imposible, creo recordar) en la que explica cómo ser un hombre y pensar como una mujer, cuando encuentre la escena te la paso.
      Saludos

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    • Me alegra que te guste, es todo un halago viniendo de un maestro. Hacía tiempo que no veía por la blogosfera textos tan pulcros como los tuyos, con una corrección y un dominio tan sutil del castellano. Saludos.

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  5. Da gusto leer cosas como estas. Gusto y nostalgia. No se pierda más querido Insomne, nosotros, los simples mortales, necesitamos de sus historias para conciliar el sueño.

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  6. Bueno, no sé qué decirte, tal vez si te acercas por mi barrio puedo dejarte dormir en la portería de mi casa. Igual, si me haces ojitos, te puedo rascar las pulgas. Menuda bronca. Oye en serio, que bien escribes, carajo. Estoy leyendo Paris era una fiesta de tu adorado Hemingway. Dime que novela suya me aconsejas para después. Escribe de lujo. Te mando un beso para curar las llagas.

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    • Escribo/bimos igual de bien o igual de mal que muchos, lo divertido es hacerlo. Siento que wordpress y blogspot sean enemigos acérrimos pero me vuelvo loco para entrar en tu blog. En cuanto a don Ernesto si ya has estado en con él en París ahora te toca Segovia: Por quién doblan las campanas. Es coral y hay mucha riqueza de posiciones, tanto dentro de la idiosincracia peninsular como el romanticismo americano de las guerras del siglo pasado. «En España a los hombres ofréceles tabaco y a las mujeres déjalas tranquilas» Creo que está en ese libro, ahora no recuerdo bien.

      No queda ni una sola llaga, perfectamente curado. ¿Besos fabricados con el bálsamo de Madabrás?

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  7. Yo envidio la suerte del perro, para qué mentirte. Tener dueño, poco a poco te mata… Pero hay que tener mucho valor para pasarse la vida solo cuando uno le entra solo y le sale solo. No sé, pero envidio al perro y me gustaría tenerlo, aunque de paso siempre, como un amante viejo…

    Te dejé pasando frío, lo sé. Perdóname!

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    • Muy agradecido por la apreciación, en realidad es una transcripción casi literal.

      (en cuanto a la portada ni la uno ni la tres, son demasiado «Crepúsculo», mejor la dos o de ése estilo)

      Saludos desde la otra punta del mundo

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