http://www.youtube.com/watch?v=WyhdvRWEWRw
i’ll be our mistr s ton ght
i’d like to put you in a trance
If i take you from behind
push myself into your mind
Madonna – Erotica (fragmento)
1) MAGNETISMO ANIMAL apuntes sobre la teoría de Franz Anton Mesmer
Ella dice que es bruja y él, que solamente cree en lo táctil, empieza a sospechar que es verdad. Pero también se le puede dar una explicación más mecánica, más mundana. Él sabe que hay truco. Sabe que su secreto es poseer un imán escondido bajo la lengua. No es bruja, es magnética.
Es un imán pequeño, como ella, pero muy potente, también como ella. Tiene la fuerza suficiente como para enredar y desenredar los fierros del espacio sideral. Es un imán indiviso, nuclear, indestructible; el salitre de los mares que hay de por medio no lo puede oxidar, las tormentas solares que rompen las comunicaciones no le afectan lo más mínimo, y si ella quiere puede joder al mismísimo Google, que tanta mierda almacena en sus entrañas y reventará cualquier día de éstos. Ella cambia los inviernos de sitio jugando al tangram con los cuadrantes del planeta, y por estos días se han visto a los científicos del protocolo de Kyoto emborracharse con ron de caña de azúcar, dejando por imposible descifrar el cambio climático.
Ella tiene más y más poderes, invisibles, insospechados, imprevistos. Todos relacionados con el magnetismo. Chasquea los dedos y se mueve la tierra. Creo que ni siquiera ella misma los domina
Hasta aquí todo normal, todo lógico. Es una mujer y utiliza sus armas.
2) MAGNETOQUÍMICA Campo complementario de la Química y de la Física
El problema -el gran problema- es que él también tiene un imán. Uno normal y corriente, de tamaño estándar, no como ésos grandemente horteras de las neveras, ni diminuto como los de los cierres de los muebles de cocina. Su imán, como es de esperar, es del polo opuesto al que ella posee, y como dato imprescindible decir que lo tiene implantado en la polla. Aquí está el problema que arrastra desde hace más de un año.
Él quiere saber qué se siente estando entre sus piernas, justo allí donde el océano da la vuelta y provoca remolinos de olas y espuma, donde hay anclada una caracola de mar, milenaria y maternal; quiere poner la oreja y escuchar a doña Carilda recitarle despacito: muchacho loco, muchacho cuerdo. Él quiere meterse dentro de ella y paladear su macedonia horas y horas, una macedonia que está hecha de trufa negra, de piña verde y de cereza madura. Todo un manjar.
Sabe que ella guarda su imán bajo la lengua porque cuando pronuncia palabras se zarandean las cosas, aunque ella sigue insistiendo en que son sus poderes brujeriles de telequinesia; no hace falta que sean discursos largos e incendiarios, a veces basta con un simple mhhh y hay cosas que empiezan a levitar, otras veces son palabras sin sentido como silla, sofá, mesa, pero cuando quiere cambiar la vía láctea de sitio dispara una retahíla de verbos y sustantivos al azar: tragarte, escupirte, merendarte, vomitarte, rendido, muerto… Es entonces cuando todo se viene arriba o afuera, cuando todo se hace morado o líquido, depende.
Él no quiere acabar sus días como Frascuelo, leyendo a don Marcial Lafuente en horas perdidas, ni volver a ser gallito chulo de corral para meterse en fregaos que no tienen salida, él no quiere ser como esos gatos sin bigotes que se caen cuando caminan porque no se sitúan en el equilibrio perfecto. No. Él quiere comerle esos morros que lo tienen en vilo desde que la vio, ésos que ha memorizado detenidamente, desde los pliegues más recónditos hasta -y sobre todo- ese surquito tan gracioso que se le forma entre la nariz y el labio superior.
Él quiere devorarla entera pero siempre encuentra algo que lo impide:
-¿me das tus bragas? Quiero comérmelas.
-No. Están sucias de melão de coño.
Los miedos no le arrugan -antes sí, ahora no- pero no le importa saber qué sueños esconden sus ojos tristes, él quiere seguir escribiendo libros en blanco, con hojas sucias de otras guerras. Prohibido enamorarse, ésta fue la única regla que ella impuso y para él es fácil cumplirla, no hacerlo sería como firmar su propio epitafio.
– Si me dejas puedo hacer que vuele la monarca real que llevas cosida en la piel.
E inmediatamente borra la oferta y piensa en Kerouac;
Y en cualquier momento en que me necesites
Llama
Estaré en el otro extremo.
Esperando en la pared final.
3) TESITURA Y CONCLUSIÓN
Hay mujeres que llevan el Caribe por dentro. Hay mujeres que llevan el Caribe por fuera. Hay mujeres que llevan el Caribe por dentro y por fuera. Ella es el Caribe.
Oggi stesso no c’è giustizia
per lei e la sua scaramanzia,
chissà un giorno molto lontano
lasciare di essere la mia utopia.
(anonimo veneziano)
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