NO ES UN REGALO DE CUMPLEAÑOS

Tú no sabes lo que es seguir sentado después que todos se hayan levantado de la mesa, seguir riñendo con las dudas que nunca me llevan a nada; tú no sabes lo que es perder el hambre y las llaves, perder el sueño y los documentos, perder la risa y el tabaco. Y continuar sentado aunque no haya nadie en el comedor.

Lo que tú no sabes es que yo también he perdido, y no sólo las llaves, el hambre, los documentos, la risa y el sueño; he perdido hasta la dignidad y, sin embargo, cada día vuelvo a sentarme al comedor así el nudo que mantengo en la garganta no me deje pasar los alimentos.

Tú no sabes lo que son los papeles en blanco, los teclados afónicos, las pantallas ciegas, las libretas perdidas; todo en un punto muerto, sin diesel ni ganas de repostar. Guardando miedos, despilfarrando días y noches, sin incertidumbres, con ambigüedades.

Tú no sabes de sueños sin salida, de noches de desvelo y sin memoria, de ausencia de palabras, de inventariar cada segundo, de deseos encarnados, de conciertos de silencio, de experiencias abortadas, de miedos fulminantes, de inagotables abismos.

Tú no sabes lo difícil que se me hace la huida, quedan barcos humeando para recordarme éxodos pretéritos. Tú no sabes lo que es desconstruir las cosas en la cabeza, morder los apéndices de las piezas del puzle, apretarlas con las dos manos sobre el tablero hasta que puedan encajar, por la fuerza, a la brava.

Lo que tú no sabes es cómo vivir con el sinsabor de una negativa constante, de un NO caprichoso e irrefutable. Tú no sabes lo que es arrepentirse de todo lo que se hace, sea bueno o sea malo, en nombre del hastío. Tú no sabes lo que es ser seducida y reducida, todo al mismo tiempo.

Tú no sabes lo cansino que es no pisar los espejos del suelo, espejos que reflejan los secretos que esconden las faldas callejeras. Tú no sabes lo que es jugar sucio cada día, tú no sabes lo que es hacerle trampas a la vida. Y la vida no se deja, siempre muestra su asqueroso catálogo de reglas inviolables.

Lo que tú no sabes es el hecho emborronar esta página una y otra vez, porque no le encuentras sentido a decirte siempre lo mismo camuflado en sinónimos o aproximaciones. Tú no sabes lo que es tener mucho para decir y verse obligada a callar porque no hay a quien dirigirse. Tú no sabes lo que es aferrarse a una idea y verla desvanecerse.

El no dormir se me pasa mirando el humo azul y pérfido de los cigarrillos en el cenicero, ahuyentando el olor a certeza de ir perdiendo el tiempo, el tufillo a mierda de la inseguridad.

A medida que los minutos pasan decrece mi esperanza y la lucidez. Entonces me adentro en el universo de mi dolor recalcitrante y me entrego a su crucifixión cotidiana. Podría prescindir de todo, salvo del tónico de tus letras y de mis obsesiones. No me perdono haber nacido a esta calamidad inconsolable de dos seres que se aman con la misma intensidad que se destrozan, amparados en sus tormentos que bien podrían fusionarse en una sola incertidumbre.

Por todas estas cosas que tú no sabes no me puedes venir ahora con tus tequieros y con tus ventedevacacionesentremispiernas, no me puedes pedir tanto sin negociar mis derrotas. Ahora quedaré abrazándome a tu silencio, pero para siempre de todos los siempres.

Por todas estas cosas que tú no sabes no me puedes venir ahora con la excusa de tus miedos, de tus dudas, de tus inseguridades y de tus derrotas. Yo no negocio con “quizás, quizás, quizás”.

Inventar palabras que no hieran es el verdadero destino de la poesía. El antónimo de esta acción se llama putear; y nosotros no supimos hacer el amor, nos puteamos y lo matamos.

Si no supimos hacer el amor, si lo puteamos y lo matamos, fue porque a lo mejor nunca existió o, porque existió tanto que no nos cupo en las manos. Me quedaré abrazada a la nostalgia de ese tiempo anterior cuando nos dedicábamos canciones y teamos, cuando éramos amantes y no dos enemigos íntimos.

Una vez quise que no hubiera tiempo entre tú y yo, y muchos menos que existieran milímetros.

Una vez quise que escribieras tus postdatas en mi piel pero me redujiste a una historia clausurada.

Perdóname, gata, por airear estas mierdas que me siguen despellejando. Las fiebres y las cuarentenas tienen estas cosas. Allá por el 2012, creo

siempre me gustó esta canción

LA MUJER QUE AMABA A UN PERRO

En un domicilio alquilado de cincuenta metros cuadrados no hay aguas internacionales donde eludir las batallas. En este apartamento de dos habitaciones, cocina-office y un baño, cualquier rincón es propicio para iniciar un zafarrancho de combate. Huele a queroseno y a petróleo, ya ni recordamos desde cuándo permanece flotando este olor en la casa. Solamente necesitamos algún tipo de chispa para que se inicie la combustión y todo salte por los aires.

A veces ella encuentra un viejo encendedor sin gas:

              Ella  T e veo raro, estás diferente. Como si te faltara algo en la cara.

              Él     ¿bronceado? ¿afeitado? ¿perfumado?

              Ella   No. Te falta la sonrisa.

Otras veces pulsa el interruptor del fluorescente para que el cebador percuta una pequeña descarga:

              Ella  Eres parte de una película. De mi película.

              Él      ¿King Kong? ¿Sin City? ¿Alguna mierda del Almodóvar?

          Ella  No. Titanic. Eres el iceberg. Gélido, silente, nocturno, traicionero, cabrón, ingrato, insensible.

Pero más tarde o más temprano encontrará un lanzallamas escondido bajo toneladas de papel, de monstruos y de recuerdos. Por la única ventana empezará a salir humo y alguien avisará a los bomberos:

               Ella  Eres como un animal. Mi animal.

               Él     ¿un jaguar, un leopardo, un tigre de bengala?

               Ella  No. Un perro.

               Él        ¿…?

              Ella    Un puto perro callejero. Un perro que ladra a todas las perras, un perro que sólo me muerde a mí, a la mano que lo acaricia. Un perro que me tiene harta. Harta de que se pase los días sentado frente a la playa, sin hacer nada más que fumar y mirar las olas, ¡como si hubiese algo al otro lado, JÁ!

Harta de que se pase las noches sentado frente a la pantalla y el teclado, leyendo no se qué mierdas y escribiendo otras mierdas más grandes todavía.

Harta de su única justificación: que estás en un proceso constante y eterno de la búsqueda de la felicidad. ME TIENES HASTA EL MOÑO DE TU INFELICIDAD Y DE TUS GILIPOLLECES.

Eres un perro que callejea continuamente por las ciudades y luego vuelve lloriqueando hasta aquí, hasta mí. Vuelve herido, roto, contaminado. Un perro que olisquea el culo de otras perras buscando alguna que esté en celo, y mientras tanto yo me quedo más sola que la una, esperándote. Un perro que se queda prendado de lo que sea, de una risa, de una mirada, de un acento, de una palabra. ¡Te ha pasado y te pasará siempre! Me tienes hasta los mismísimos ovarios de tus huidas y de tus regresos.

Dices que eres pequeño, insignificante, que tus cosas no deberían afectarme tanto, que soy una dramática. ¡PERO QUÉ HUEVÓN ERES! Para mi eres grande, muy grande, el más grande hijodeputa que haya conocido. En tan solo unas horas eres capaz de licuar mi universo balbuceando palabras bajito y al oído, después cuentas uno a uno todos los poros de mi piel, te haces cíclope y unicornio entre mis piernas,  y por último cortas las cuerdas a mi paracaídas. O como tú escribirías con esa manía tuya de asemejar la prosa al lenguaje oral: «En un mismo día me comes la oreja con tus historias, me follas como te da la gana y después me tiras rodando por entre la mierda a un barranco sin fondo«. PARA HACER TODO ESO HAY QUE SER MUY GRANDE Y MUY HIJODEPUTA.

Me tienes cansada de que cuando todo va mejor entre nosotros se te encienden los ojos, se te pone dura y te vas a la otra punta del mundo sin decir nada. ¿No puedes hacer como otros?, ¿no puedes mirar porno? ¿no puedes hacerte una paja y después seguir mintiéndome? No, tú no. Lo tuyo es empezar una cacería tras otra. CABRÓN. Luego vuelves perdido y derrotado.  ¡ Y TU POLLA SABE AL COÑO DE OTRA ¡ Y yo me tengo que comer esos sabores y lamer tus heridas. En un minuto cambias las mariposas de mi estómago por una bombona de butano, que me rompe las tripas, que me deflagra entre las costillas, que explosiona al ladito de mi corazón.

¿No te das cuenta de que todo eso va contra natura?

¡ un perro como tú tiene que estar con una perra como yo !

Por mucho que derritas el nombre de otra en la nieve con tu aliento, NO PUEDE SER; por mucho que te pierdas por las mesetas y te hagas sumiso escudero de otra, NO PUEDE SER; por mucho que te enganches de una loca que le tiene miedo a la lluvia, NO PUEDE SER.

¡¡ PORQUE TODAS ELLAS SON GATAS Y TU ERES PERRO !!

Un perro que se cuelga de la letra I latina, I de incierta, I de ImPaR, I de imposible. Un JODIDO perro sin pedigree, que no tiene ni quiere tener dueña, que no quiere a nadie porque no se quiere ni a sí mismo. Al final te vas a quedar solo, sin amigos ni enemigos, sin techo, sin estufa para el invierno, sin regazos ni platos. Solo, te vas a quedar solo.

                Él    Tanto desdén no puede ser bueno. Tanto odio no puede ser bueno. Tanta mala leche no puede ser buena. Ni para ti ni para mí.

 

—————————————————–

Los bomberos llegaron justo a tiempo para ver todo el apartamento calcinado; en el rellano una mujer todavía sujeta el mango de un lanzallamas que eructa fogonazos. Algún vecino dijo haber visto salir corriendo escaleras abajo a un perro chamuscado.

             –¿un perro? ¿de qué raza?

                  No, de ninguna. Un perro de esos que nadie quiere, de esos que andan por las calles buscándose la vida entre las basuras. Un perro de esos que los golfos apedrean cuando se aburren. Un perro no más.

.