LO.LEE.TA

A ella le doblo la edad, aunque este dato no sea indispensable, lo mejor es dejar claro que mueve el culo como un demonio y el pelo como los ángeles. En cambio yo busco asiento en el metro  y me afeito la cabeza para disimular la alopecia. Ella sonríe a la vida con sus dientes blanquísimos y sus labios rojos, y yo voy dos veces al año a Vitaldent para que me maquillen las manchas del tabaco y algún empaste traidor.

El sábado por la noche  me lo paso con su mamá, la cual me considera un gentelman  en vías de extinción porque le abro la puerta del taxi y le acomodo la silla del restaurant.  En cambio mi ángel/demonio ocupa esa noche en hacer babear de lujuria a todos los mindundis del Joy Eslava; jamás el merengue, la bachata y la salsa se han bailado con tanta lascivia, ella convierte la danza en un arma destructora. Pero los domingos por la mañana, mientras su mamá  me cocina una riquísima sopa de carabineros, nosotros recorremos Argüelles. Yo invito a vermú de grifo y a mejillones tigre, mientras ella encandila a toda la barra del bar. La lástima que sienten los camareros por mí yo la traduzco en envidia. El vermú de Reus, siempre de Reus  -porque en Tarragona tienen dos cosas: petroquímicas y destilerías, y yo invariablemente he sentido filia por los espíritus con graduación-  sigue corriendo por mi cuenta mientras ella se hace  dueña y señora de todo Pintor Rosales. Ella y su minifalda. Siempre la cortísima minifalda, en invierno y en verano. Abjuro de los seis kilómetros de La Castellana frente a la longitud de sus piernas y el santuario que esconden en el vértice de su unión.

Hemos follado dos o tres veces, no lo recuerdo con precisión, aunque debería haberlo anotado; medallas olímpicas no se ganan todos los días. Dejamos de meternos en la cama porque mientras yo intentaba batir mis marcas ella tenía la cabeza y el coño en veinticuatro sitios diferentes Ahora me la chupa a veces. Hay un pacto no escrito: ella me deja lucirla por medio Madrid y me hace un oral rapidito a cambio de que yo corra con sus gastos. Puta no es su segundo nombre, quede claro.

Supongo que desde la primera línea era predecible esta historia. Incluso para mí debería ser previsible. Pero conocer una mentira no implica la necesidad de negarla.

Ahora, ya pasado algún tiempo, yo sigo cenando los sábados por la noche con su mamá. De primero una sopa estupenda, seguimos con algo ligero sin sal ni grasas, y tras los postres nos metemos en su habitación y tenemos un sexo correcto. Luego cojo el metro hasta Sol y me quedo fumando en Arenal con San Ginés, sé que ella aparecerá por allí tarde o temprano, un ejército de babosos también espera el reclamo de sus caderas.

Mañana otro condenado a muerte la invitará a vermú, de Reus, siempre de Reus, y a mejillones tigre.

PRINCESAS

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caye y zulema

Las cafeterías por la mañana tienen música, es una música propia y genuina; cristal de vasos, loza de platos, la leche calentándose por la fuerza del vaporizador, el molinillo eléctrico con un motor fueraborda triturando las quebradizas y frágiles semillas tostadas del café, risas, saludos rutinarios de buenos días, periódicos que se hojean empezando por el final, monedas sobre el mostrador, noticieros monótonos en el televisor, etc.

Esa música es exactamente igual en todas las cafeterías del mundo. Comprobado, doy fe.

En una cafetería de Madrid hay dos mujeres conversando sosegadamente. Un negro está sentado dos mesas más allá y mira a una de ellas con deseo. Esas dos mujeres llevan la derrota tatuada en la mirada. Quizás, no estoy seguro, todavía no se han acostado. Quizás, tampoco lo sé, el desayuno que toman pudiera ser la cena.

La música, autentica y específica, las respeta; alrededor de las dos mujeres se levanta una cápsula invisible donde esa música se rebaja a simple rumor. Es una marginación acústica, una bulla que se hace afónica y propicia el comadreo. Zulema busca en los hombros de Cayetana unas alas, quiere descifrar sin son las biodegradables de  Ícaro o las incombustibles del ave Fénix. Y Cayetana… Caye envidia las tetas de Zulema; dinero, bisturí y silicona es la automedicación que Cayetana se ha recetado.

Ellas hablan de cosas del trabajo. Cayetana dice que por el culo en contadas ocasiones, y tragárselo mucho menos. Zulema asiente y aprueba, ella tampoco accede al sexo anal así como así. Luego se cuentan trucos para que el cliente acabe antes. Cayetana, europea y tecnológicamente un poco más avanzada, utiliza videos porno, escenas lésbicas o hardcore, para que el tipo que tiene encima se corra más rápido. Zulema, caribeña y exótica, es más natural y podría decirse que más primitiva, con acento goloso susurra guarradas al oído del menda de turno, “papito, llénamelo de leche”. Cayetana toma nota mental de esa artimaña para futuros servicios. El resultado es el mismo: finiquitar el negocio en menos tiempo del pactado.

Las putas hablan cosas de putas, igual que los mecánicos hablan cosas de mecánicos, o los dentistas hablan de cosas de dentistas.

Caye continúa el dialogo hasta que se convierte en un monólogo, No, mejor dicho, en una reflexión. Una reflexión con sus perogrulladas y sus contradicciones.

“¿Es rara, no?

La nostalgia…

Porque tener nostalgia en sí no es malo, eso es que te han pasado cosas buenas y las echas de menos.

Yo por ejemplo no tengo nostalgia de nada, porque nunca me ha pasado nada tan bueno como para poder echarlo de menos… eso sí que es una putada.

¿Se podrá tener nostalgia de algo que aún no te ha pasado?

Porque a mí a veces me pasa.

Me pasa que me imagino como van a ser las cosas, con los chicos por ejemplo, o con la vida en general…

Y luego me da peno cuando me acuerdo de lo bonitas que iban a ser, porque iban a ser preciosas…

Y luego cuando lo pienso me da nostalgia, cuando me doy cuenta de que aún no han pasado y que a lo mejor no pasan nunca…”

Texto y dialogo/monólogo extraídos de la película Princesas, de Fernando León de Aranoa, (2005), con las dos prostitutas interpretadas por Candela Peña (Cayetana) y Micaela Nevárez (Zulema)

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EN MI BARRIO EL NIÑO DIOS SE ESTÁ DANDO UN PANZÓN DE LLORAR

– ¿Qué prefieres? ¿Teta, culo o coño? –preguntó ella sin perder la sonrisa ni el glamour, pero no de la manera en que ofrecería el complemento gratis de un Mac menú grande.

– Me es indiferente, no tengo manías. Tú misma. –contestó él, sin atreverse a catalogarla todavía. Las mujeres con las que trata a diario no acostumbran a ser tan directas.

– No. Has de elegir. Siempre tenemos que elegir. –insistió ella, bajo la dictadura de su sonrisa, recién estrenada por la mañana temprano.

– Entonces… culo. –terminó aceptando él, que no se decantó por las tetas para no parecer uno de esos tipos prehistóricos que sueñan con ubres maternales gigantescas, ni por el coño para que no adivinara que era más salido de lo que pudiera parecer.

 

Este pequeño dialogo bien pudiera pertenecer a una de las malas historias que me invento cualquiera de las largas noches de no dormir. Pero es real. Es verídico. Aún revolotea en el aire.

 

RESEÑA LITERARIA

No tengo aptitudes ni ventajas para aconsejar sobre libros, temas o autores. Es por ello que nunca lo hago a menos que me lo pidan. Tengo una suposición  bien arraigada: en el preciso instante en que aprendemos a leer se nos destapa el sentido del gusto por algún tipo de lectura o de autor. Después el albedrío puede cambiar, vamos aprendiendo sobre la marcha. Yo mismo descubrí a Bukowski hace un par de años (gracias María) y a Monterroso hace poquísimo (gracias Jan).

Hoy voy a hacer una excepción. Hoy hablaré de un libro y de su autora.

A finales del verano pasado una mujer de sangre caliente me confesó: Una de las pocas cosas que me baja la líbido es una mala ortografía. Y casualmente después me tropecé con el blog de Sabina, y como ella misma dice: padezco el mal de la extrema corrección ortográfica.

El sábado 22 fui a la firma de su libro

Casi nunca acudo a eventos culturales en Barcelona, por qué porque porqué tienen más de lo primero que de lo segundo. Huyo de la Feria del Libro típica y tópica, ese día es un gran ejercicio de mercadotecnia con todas las letras. Mi sueño recurrente es poder resucitar a Shakespeare y a Cervantes la tercera semana de abril, comprar dos motosierras y una videocámara de superocho para grabar un remake de la matanza de Texas en medio de la firma de libros por parte de cualquiera de esos autores modernos y  mediáticos; los otros, los escritores buenos que acuden a esa representación, sé que están puteados por sus editoriales, pero en el fondo no tienen ni la mitad de testículos que cualquiera de los protagonistas de sus libros, si los tuvieran serían capaces de negarse en redondo, de no prestarse a formar parte de ese paripé. También sé que tras esta afirmación muchos me pueden rebatir con argumentos de tipo empresarial y/o macroeconómico. No me interesan. En algún lado ya dejé escrito mi punto de vista sobre la creatividad y su patente. Las palabras, las ideas y las personas no tienen propietarios. Si leo algo de alguien y me gusta, o me interesa o quiero ampliar conocimientos sobre su obra lo busco en internet, siempre hay pdfs o epubs gratis por algún sitio, en caso contrario lo dejo pasar. Hay más gente escribiendo en el mundo que mosquitos en la albufera del Turia. Hago lo mismo con la música y con el cine.

Mi cambio de actitud con respecto a presentarme a media mañana en una librería del Raval para asistir a la promoción de un libro tiene unas cuantas variables a considerar. Algunas son: coincidencia del acto con mi tiempo libre (un milagro), cercanía del sitio (diez minutos en scooter desde mi casa) y que el ingenio de su autora es fresco y diferente a lo que se ve hoy en día. La tercera variable es la más significativa.

El libro-fanzine-panfleto en sí no deja de ser un recopilatorio de lo que aparece en su blog. Son ilustraciones a uno o a dos colores, el mensaje es lo más importante de cada dibujo. Es de agradecer que esté impreso en una calidad muy aceptable y que sea asequible: 5 euros , no creo que se haga rica. Aquí os darán instrucciones si lo queréis comprar, aunque ya he dicho que son cosas previamente colgadas en su espacio web. En el precio está incluida una dedicatoria ortosexual personalizada, y dos pegatinas para ser utilizadas en una cruzada que tenemos perdida. Digo “tenemos” porque me considero maldecido por ese mismo mal, los que me conocen han sufrido en sus carnes los efectos secundarios de mi dolencia.

 

CRONOLOGÍA

Este cartel de dos por dos plantado en mitad de la calle Serrano, en el Passeig de Gracia, en la calle Larios o en cualquier otra ciudad de cierta importancia, estaría rodeado de curiosos y moscones.

photocall

En el Raval no.

caso omiso

 

Lo mejor del acto fue el catering. Litros y litros del mejor champan francés, carretillas de caviar iraní y toneladas de foie en pan de centeno.

 

catering

Una muestra de lo que encontrareis en el libro, confieso que ésa penúltima página me ha servido de ayuda.

penúltima página

Mientras hacía cola para saludarla he tenido que apartar de mi mente el pensamiento de imaginarla utilizando el pichatón II. Y a la misma vez recordar que debo llorar más a menudo, aunque mis futuras erecciones quizás se vean resentidas.

Pero lo mejor de todo ha sido esto:

dedicatoria

-diez segundos antes mantuvimos el dialogo que encabeza el post-

 

 

Nota 1: No doy más detalles sobre el libro, sobre el blog, sobre lo que os podéis encontrar allí. Haced el favor de pinchar en los links.

Nota 2: No es rubia y sí es guapa.

en mi barrio el niño dios se está dando un panzón de llorar

En mi barrio el niño dios se está dando un panzón de llorar.

COSMOS

“En algún sitio algo increíble espera ser descubierto”

(Carl Sagan)

 

 

 

Crux  

constelación de la Cruz del Sur

Una mujer que duerme con una pantera porque no sabe dormir sola. Una mujer que ve cisnes donde solamente hay omóplatos. Una mujer con miedo a no tener miedo. O como diría Carlos Salem: «Ella sólo le tiene miedo al miedo, y hasta el miedo la amaría».

Desde siempre ha tenido la sinceridad tatuada a una cuarta del pezón izquierdo, entre la voz y los latidos. Ahora mismo ejerce de funambulista sobre el alambre de los silencios, sobre metáforas a punto de quebrarse.

Nostalgia es un puñado de kilómetros y esta puta manera que tenemos ambos de desvivir la vida.

 

Betelgeuse

supernova de la constelación de Orión

Una mujer que sabe hacer infinitos con las caderas. Una mujer que hace tronar los cielos cuando besa. Una mujer que nunca dice no a romper las reglas del kamasutra.

Maúlla desde más allá del tiempo y a la luna no le importa a qué hora se rompen los horarios australes. Al sur de Texas su lengua sabe bailar boleros sobre mi hombría. Hemos provocado cinco seísmos este verano.

 

Aldebarán

perseguidora de las Pléyades

Una mujer que vive con Mike Jagger reencarnado en gato. Una mujer que sueña con un cartel luminoso que parpadea diciendo: ich liebe wein. Una mujer que naufragó tierra adentro borrando todos los lunes de sus calendarios.

Quieta en la barra del bar de Hopper su paladar espera matrimonio con un vaso de licor de moras, y una ausencia de labios cerca de su rostro se balancea a través de los olvidos. Tiene la mala costumbre de reír cuando contesta cartas de extraños y de llorar cuando folla.

 

Sheratan

a 59,6 años luz de mí

Una mujer que vive en un mundo opaco y paralelo. Nunca le he contado historias para entretenerla; no las hubiera entendido. Una mujer que duerme en un país de colores artificiales, de ayunos ficticios, de llantos secos.

Una mujer que me enseñó que Cartier, Carolina Herrera y Givenchy no son razas de perro. Una mujer a la cual enseñé que tener un cocodrilo bordado en la camisa o andar en pelotas por la casa tienen la misma importancia: ninguna.

 

Stella Polaris

la más importante de las cincuenta y siete estrellas náuticas que utilizaban los marinos antes de la fabricación industrial de sextantes

Una mujer que tiene cambiados los meses del año. Una mujer que si sabe hacerme con la punta de la lengua lo mismo que le hace al papel de arroz de sus cigarrillos será la hostia. Los tiburones toro del Cantábrico hacen cabriolas y tirabuzones sobre el agua cuando la ven aparecer con su bikini rojo. Una mujer que dice tener el corazón en perpetuo estado de carencia emocional, dice que está hueco pero es mentira, lo tiene tan grande que ignora la manera de empezar a llenarlo. Una mujer que juega a la rayuela conmigo sin saber que yo no soy ni el cielo ni el infierno. Una mujer que justo cuando mi mundo empieza a hundirse para volver a reflotar por millonésima vez me suelta: la gente hiere un huevo, por eso aborrezco los besos llanos.

 

 

La locura es un okupa de cresta punki y una ristra de imperdibles ensartados en la nariz que se ha quedado a vivir en mis ojeras; sale a buscarse la vida en las noches de insomnio, pero siempre regresa al resguardo de mi desazón.

A las mujeres y a los revólveres los carga el diablo.

 

LA MUJER QUE AMABA A UN PERRO

En un domicilio alquilado de cincuenta metros cuadrados no hay aguas internacionales donde eludir las batallas. En este apartamento de dos habitaciones, cocina-office y un baño, cualquier rincón es propicio para iniciar un zafarrancho de combate. Huele a queroseno y a petróleo, ya ni recordamos desde cuándo permanece flotando este olor en la casa. Solamente necesitamos algún tipo de chispa para que se inicie la combustión y todo salte por los aires.

A veces ella encuentra un viejo encendedor sin gas:

              Ella  T e veo raro, estás diferente. Como si te faltara algo en la cara.

              Él     ¿bronceado? ¿afeitado? ¿perfumado?

              Ella   No. Te falta la sonrisa.

Otras veces pulsa el interruptor del fluorescente para que el cebador percuta una pequeña descarga:

              Ella  Eres parte de una película. De mi película.

              Él      ¿King Kong? ¿Sin City? ¿Alguna mierda del Almodóvar?

          Ella  No. Titanic. Eres el iceberg. Gélido, silente, nocturno, traicionero, cabrón, ingrato, insensible.

Pero más tarde o más temprano encontrará un lanzallamas escondido bajo toneladas de papel, de monstruos y de recuerdos. Por la única ventana empezará a salir humo y alguien avisará a los bomberos:

               Ella  Eres como un animal. Mi animal.

               Él     ¿un jaguar, un leopardo, un tigre de bengala?

               Ella  No. Un perro.

               Él        ¿…?

              Ella    Un puto perro callejero. Un perro que ladra a todas las perras, un perro que sólo me muerde a mí, a la mano que lo acaricia. Un perro que me tiene harta. Harta de que se pase los días sentado frente a la playa, sin hacer nada más que fumar y mirar las olas, ¡como si hubiese algo al otro lado, JÁ!

Harta de que se pase las noches sentado frente a la pantalla y el teclado, leyendo no se qué mierdas y escribiendo otras mierdas más grandes todavía.

Harta de su única justificación: que estás en un proceso constante y eterno de la búsqueda de la felicidad. ME TIENES HASTA EL MOÑO DE TU INFELICIDAD Y DE TUS GILIPOLLECES.

Eres un perro que callejea continuamente por las ciudades y luego vuelve lloriqueando hasta aquí, hasta mí. Vuelve herido, roto, contaminado. Un perro que olisquea el culo de otras perras buscando alguna que esté en celo, y mientras tanto yo me quedo más sola que la una, esperándote. Un perro que se queda prendado de lo que sea, de una risa, de una mirada, de un acento, de una palabra. ¡Te ha pasado y te pasará siempre! Me tienes hasta los mismísimos ovarios de tus huidas y de tus regresos.

Dices que eres pequeño, insignificante, que tus cosas no deberían afectarme tanto, que soy una dramática. ¡PERO QUÉ HUEVÓN ERES! Para mi eres grande, muy grande, el más grande hijodeputa que haya conocido. En tan solo unas horas eres capaz de licuar mi universo balbuceando palabras bajito y al oído, después cuentas uno a uno todos los poros de mi piel, te haces cíclope y unicornio entre mis piernas,  y por último cortas las cuerdas a mi paracaídas. O como tú escribirías con esa manía tuya de asemejar la prosa al lenguaje oral: «En un mismo día me comes la oreja con tus historias, me follas como te da la gana y después me tiras rodando por entre la mierda a un barranco sin fondo«. PARA HACER TODO ESO HAY QUE SER MUY GRANDE Y MUY HIJODEPUTA.

Me tienes cansada de que cuando todo va mejor entre nosotros se te encienden los ojos, se te pone dura y te vas a la otra punta del mundo sin decir nada. ¿No puedes hacer como otros?, ¿no puedes mirar porno? ¿no puedes hacerte una paja y después seguir mintiéndome? No, tú no. Lo tuyo es empezar una cacería tras otra. CABRÓN. Luego vuelves perdido y derrotado.  ¡ Y TU POLLA SABE AL COÑO DE OTRA ¡ Y yo me tengo que comer esos sabores y lamer tus heridas. En un minuto cambias las mariposas de mi estómago por una bombona de butano, que me rompe las tripas, que me deflagra entre las costillas, que explosiona al ladito de mi corazón.

¿No te das cuenta de que todo eso va contra natura?

¡ un perro como tú tiene que estar con una perra como yo !

Por mucho que derritas el nombre de otra en la nieve con tu aliento, NO PUEDE SER; por mucho que te pierdas por las mesetas y te hagas sumiso escudero de otra, NO PUEDE SER; por mucho que te enganches de una loca que le tiene miedo a la lluvia, NO PUEDE SER.

¡¡ PORQUE TODAS ELLAS SON GATAS Y TU ERES PERRO !!

Un perro que se cuelga de la letra I latina, I de incierta, I de ImPaR, I de imposible. Un JODIDO perro sin pedigree, que no tiene ni quiere tener dueña, que no quiere a nadie porque no se quiere ni a sí mismo. Al final te vas a quedar solo, sin amigos ni enemigos, sin techo, sin estufa para el invierno, sin regazos ni platos. Solo, te vas a quedar solo.

                Él    Tanto desdén no puede ser bueno. Tanto odio no puede ser bueno. Tanta mala leche no puede ser buena. Ni para ti ni para mí.

 

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Los bomberos llegaron justo a tiempo para ver todo el apartamento calcinado; en el rellano una mujer todavía sujeta el mango de un lanzallamas que eructa fogonazos. Algún vecino dijo haber visto salir corriendo escaleras abajo a un perro chamuscado.

             –¿un perro? ¿de qué raza?

                  No, de ninguna. Un perro de esos que nadie quiere, de esos que andan por las calles buscándose la vida entre las basuras. Un perro de esos que los golfos apedrean cuando se aburren. Un perro no más.

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NI HAO NÜZĪ

La chinita del todo a cien me pone como loco con esa carita de autista emocional, con ese rostro inexpresivo así se hunda la isla de Hong Kong, con esa piel de arroz crudo, con esa boca que promete conocer el secreto de los finales felices, con esa carencia lingüística que la hace parecer sumisa, respondiéndome afirmativamente a todo, sea lo que sea.

Quiero estudiar la disposición de los cinco elementos y practicar el arte oriental de la reubicación corporal. Quiero hacerle un feng-shui completo, quiero que las ventanas de sus ojos ásperos estén abiertas hacia el sol naciente, quiero que su desfiladero vertical esté orientado sin resistencias hacia mi Chí, quiero meter toda la medida de mi ying-yang dentro de su enmoquetado salón comedor.

Ya sé que no tiene muchas tetas, cosas de su raza y de una dieta pobre en clembuterol, pero si me esfuerzo podré sintonizar radio Yangtsé en el dial de su pezón. Ya sé que su poca estatura hace que tenga el chocho más cerca del suelo que otras, pero en horizontalidad de condiciones eso no importa. Ya sé que sus caderas son escurridas como el champú de soja que se unta en el pelo y que huele a fritura lacia, pero por lo menos no se pinta la cabeza con un color imposible cada semana.

De momento voy cada día al todo a cien a comprar pilas que no funcionan, cuchillos que no cortan, bolígrafos que no escriben y gatos dorados de plástico con un brazo incansable. Cualquier día de estos conseguiré hacerla sonreír, entonces media batalla estará ganada.

diccionario peculiar

Soliloquio que me ha soltado esta mañana un camarero después de robarme casi tres euros por un tibio café con leche y una magdalena industrial:

“…en este país tenemos lo que nos merecemos: una cuadrilla de maricones. Primero viene una puta bollera y te quita las gasolineras, ahora llega un panchito analfabeto y nos deja sin bombillas, ya solo falta que los chinos pronto nos copien el jamón…”

TRADUCCIÓN:

…cuadrilla = en este caso se refiere al gobierno de la nación afincado en Madrid, en otros casos pueden ser los gobiernos regionales o locales.

…maricones = cobardes, que se arrugan ante la carrera nerviosa de cualquier insecto. -no confundir con el peyorativo para los homosexuales-

Los gobernantes cuando no nos defienden son maricones, cuando nos atosigan con nuevos impuestos son cabrones, o cuando nos limitan alguna libertad son  hijos de puta, leve diferencia según la acción.

…puta = cuando una mujer es superior a un hombre rápidamente se convierte en puta. -no confundir con el eufemismo de las trabajadoras del sexo-

…bollera = calificativo que cuando vine precedido por la palabra puta realza la infinita superioridad de la mujer frente al hombre que la está nombrando. -no confundir con el humillante adjetivo repostero aplicado a las hijas de Lesbos-

A veces cuando una mujer es superior a otra mujer también es puta, zorra, calientapollas y un montón de epítetos diversos, pero esto ya tiene algo que ver con el gen de la envidia, no es propiedad exclusiva de ninguno de los dos sexos.

…te quita las gasolineras = Expropiación de la filial argentina (YPF) de la multinacional petrolera española (REPSOL) por parte del gobierno argentino. Aquí la Kirchner ha estado lista, en el norte de la pampa no tienen qué comer, la corrupción de la policía en las carreteras del sur es increíble, en los márgenes del Rio de la Plata las mafias hacen lo que les da la gana, y para tapar todo el descontento social qué mejor que una dosis de patrioterismo, jodiendo un poquito a los antiguos colonizadores y aumentando el patrimonio de la nación para, ya veréis, después vendérselo a un conglomerado de empresas angloamericanas.

…panchito analfabeto = Evo Morales, presidente indígena y populista de Bolivia, dicen que no sabe leer y siempre va acompañado de ministros con bachillerato. Este hombre también tiene lo suyo, la media luna tarijeña (región de cinco provincias que le están haciendo la vida imposible a base de reclamar más recursos y más autonomía) lo tiene entre la espada y la pared. Todavía no sé porque a los latinoamericanos se les agravia llamándoles panchitos, diminutivo de pancho, hipocorístico de Francisco.

…nos deja sin bombillas = simulacro boliviano de estatalización, apropiación próximamente –dicen- compensada de una empresa eléctrica participada por el gobierno español.

…los chinos pronto nos copien el jamón = esto es lo que más miedo nos da, pero para la tranquilidad de todos les diré que los cerdos ibéricos no soportan los húmedos climas asiáticos. Otra cosa será que los chinos se hagan con todas las granjas porcinas y compren todos los secaderos de la península.

 

Hoy me percaté que casi hay que saber idiomas para tomar un desayuno en mi barrio.

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NOCTE (opus primum)

Sonata improvisada a cuatro manos, sin instrumentos, sin acordes, sin música. Solamente risas –muchas- y palabras –casi la misma cantidad-.

El preludio había sido cordial, educado, risueño. Con un tempo allegro moderato por mi parte (nervios o miedo a romper la magia), por la tuya era un tempo sostenuto e quasi vivace (estrategia pura y dura o que sabes bien lo que quieres).

Entre caña y caña llegamos al interludio, creo que nos fuimos igualando y conseguimos una cadenza andante, entre risa y risa no despejamos la incógnita ni resolvimos la ecuación; todavía era pronto. Quizás por eso no recuerdo como se llamaba la mierda de pizza que nos comimos ¿Minnesota, Wisconsin, Kazajistán?

Toda ópera necesita tres actos y ésta no iba a ser menos. Los últimos compases empezaban a sonar.

La brisa de la media noche era tibia, de un febrero extraño. Mi hostal estaba cerca, lo suficiente para abandonar la fase UNO e instaurar de manera bilateral la fase DOS. La noche anterior se me había cruzado un gato blanco tras el cristal dándome el indicio subversivo de que a ninguno de los dos nos gusta dormir.

Tu manera de mover el pelo, el sonido de tu taconeo sobre los adoquines diciendo «aquí estoy yo» y la forma que tienes de nadar sabiendo guardar la ropa, me hicieron recular en la ejecución, ralentizar el ritmo, dejarlo en un modo morendo. Aquí habría acabado todo: aplausos, carreras entre bambalinas, bajada de telón, algún saludo de nunca jamás al respetable, etc., Pero no te podías callar, tenías que llevarme hasta el desfiladero, hacerme sentir el vértigo que dibuja tu sonrisa contagiosa, mordiste diciendo: “Que te vaya bien…” (qué zorrón(1) !!)

Esa frase o mi instinto animal, ese tono o mis estúpidos impulsos (llámalo como quieras) provocó el movimiento final e imprevisto. Una molécula de adrenalina peleaba hipotálamo adentro por decidir cuál de las dos opciones perpetrar: una, robarte el bolso; dos, llevarme un recuerdo. Triunfó lo inmaterial y ahora tengo algo que saborearé en futuras noches de insomnio, cuando aprenda a vivir sin postdatas.  

NOTA: La celebración de mi pequeña victoria me impedía girarme y ver como tu taxi se fugaba Gran Vía abajo, pero tú tampoco te diste la vuelta, me apuesto lo que quieras, incluso me jugaría una noche perfecta.

(1) zorrón: cariñosamente que pincha con alfileres sin llegar a tocar hueso, no confundir con putón verbenero